domingo, 28 de marzo de 2010
Revista Vientos de Pueblo.Año 1982
Hace muchos años, (tantos, que la memoria a veces me la juega)la revista Vientos del pueblo, de la "Asociación amigo de Miguel Hernández" en su número 0, publicó un poema mío. Desde aquellos años, con ustedes José Cercas, a pesar de haber estado veinte años dormido para la poesía, pero no para la vida.
lunes, 15 de marzo de 2010
TERREMOTO
Terremoto;
enormes pies de gigantes, pisan,
las tumbas de los padres,
la tierra de los hijos.
Terremoto;
la higuera está baldía,
la casa desierta, muda,
y el polvo libre,
Terremoto;
te-rre-mo-to;
tres tristes tigres huyen
de la T que los aterra;
-tromba de tierra, que, terca, atrona-.
Terremoto;
calla y dormita
en tu légamo de espanto para siempre.
martes, 9 de marzo de 2010
Que sea este mi homenaje a las mujeres trabajadoras
Las abuelas siempre vestían de negro,
las recuerdo
comentando a la tenue luz de una bombilla,
cómo la risa se olvidó de sus labios.
Ellas levantaban sus laboradas manos,
sus dolientes cicatrices,
y sus canas cubiertas de abriles
para, rotundamente afirmar,
que habían vivido una guerra tras otra,
cuando vestían de azul, la existencia,
¡ay! sé que entre guerra y guerra,
vivieron sus contiendas;
vestían el luto del rosario
que todas las tardes de invierno entonaban
al abrigo de los braseros del picón de encina;
limpiaban de las calles el tosco oxígeno,
pulían con sus manos de acero, las losas frías de la patria,
pues llevaban entre sus dedos, la ruda escritura del trabajo.
Las recuerdo con sus delantales cenicientos
exponiendo sus penas bajo velos de seda.
Ellas, abuelas de antaño,
recogían sus moños del color de la lluvia,
en largas trenzas de soles y crepúsculos
y los cubrían con arrogantes pañuelos negros,
que tapaban los suspiros musicales de la tierra.
Recuerdo a aquellas abuelas.
¡Dios, como las recuerdo!
domingo, 7 de marzo de 2010
El indulgente brote de una sonrisa
Ya el frío inunda mi aliento,
ya pasaron las lluvias del aquel otoño,
en cuyas brumas, pronunciaba la noche,
el justo brote de un suspiro.
Pasaron nuestros besos con sus íntimas derrotas,
por aquellas sendas donde cabalgaban las escarchas,
por los vocablos que, en tu boca amanecían,
como si de un canto de luz y miedo se tratara.
Ya vinieron otros labios, por otras mejillas, resueltos,
buscando la voz naciente de una quimera
e inundado de besos, la calma de los cautivos.
Ya no quiero volver a las casas vacías,
o a los vientos que, con sus furias, devoran el contacto.
Ya no quiero ver en los tejados, danzar el rocío
porque sé que, derretido, cae declamando tu nombre.
Yo quiero sentir como la vida me lleva,
por el indulgente brote de una sonrisa,
miércoles, 3 de marzo de 2010
A Cáceres, siempre.
¿Quién acallará tu llanto de luna,
tu lamento de piedra milenaria?
¿Tal vez la sombra donde se tiende mi dolor,
donde la razón pena en la cosecha de las mieses?
Ciudad escrita en parpadeos,
ciudad de la espiga y el granito,
surgida del arte de los canteros
donde la hiedra esculpe la esperanza
de aquellas tierras del cóndor y los ponientes;
Ciudad musical, lágrima de los arpegios,
Golfines en las alturas donde maduran los sueños,
ciudad fundadora de soles,
torres que infinitas cubren los aires,
campanarios nacidos en los amaneceres,
bronces lanzados al vuelo.
Perpetua primavera te puebla de rosas.
Vuelve la tierra callada a parpadear
y Cáceres, ciudad de leyenda y asombro,
ante la historia, se detiene.