Mujer telúrica, hembra amada,
rostro que se acomoda
en la triste laxitud de mi rostro,
yo te invoco detrás de los espejos,
encima de los lirios que audaces crecen,
en los trabajados surcos de la tierra.
Invoco tu voz y tu sonrisa
porque acaso aún no te has ido. ¡OH doncella de invierno!
porque sé que aún no te has ido.
Yo te canto, mujer, y dejo el verso quebrado
entre mis labios
porque así suspira la vida que te dono.
Que las manos vuelen, pues, a la altura de un poema,
que tomen conciencia de lo escrito en este instante
aunque tu no estés
y yo no vuelva a recordar su nombre.
Un poema bellísimo, José, me emocionó gratamente leerlo y te felicito porque lo he disfrutado mucho.
ResponderEliminarEsos recuerdos,tan hermosos, de la mujer amada que ya no está y ese dejo de tristeza que se descubre tras las letras, calaron hondo en mi corazón, amigo.
Un placer leerte en este día donde ya la primavera se asoma furtiva y vuelven a renacer las esperanzas de vida...
Un abrazo para ti en la distancia.
AZUL
Pepe, mi querido amigo; leerte es volar en el viento del amor, de la nostalgia y la esperanza.
ResponderEliminarTu lirismo y tu lenguaje, lleno de metáforas, consiguen que leerte se convierta en un verdadero placer.
Te felicito, Poeta.
Siempre admirándote
Un besiño
Juana Corsina
Hola Amigo aqui recreándome la vista y el pensamiento con tan hermoso poema. Te diré algo: tú donde pones tu pluma pones excelencia, siempre me sorprendes con tu versar.
ResponderEliminarBesos
Vickie
que bello poema, me ha gustado mucho, un beso, tienes un premio en mi blog para ti espero que te agrade un beso
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