lunes, 20 de septiembre de 2010

Tras los cristales del frío





Ni mi voz, cuando circunda la tarde,
ni la efímera luz que habita en mis ojos,
pueden superar los muros que, con desdén,
levantas.
Bajo una lluvia de lágrimas
que empapa tierras brumas,
el tiempo baldío, en un instante,
me deja ver tu memoria, anegada,
en la perdida soledad de una caricia.
Ya no te señalo con el dedo acusador de mi aliento,
ni escribo tu nombre tras los cristales del frío,
no hallo timón que me controle el rumbo
ni tiño, con tus colores, la palabra inerte.
A ti te escribo estos versos,
a tus párpados que, sin memoria,
buscan, en la palabra abatida.
el recuerdo del último adiós,
mientras un suspiro me fuerza a seguir combatiendo,
a seguir llamándote entre todos los nombres
cuando apenas cruza la tarde ante mis ojos.

1 comentario:

  1. Gracias Pepe, a veces me recuerdas por qué amo la poesía.

    Un abrazo maestro.

    ResponderEliminar