jueves, 27 de enero de 2011

A Extremadura









Ella es mi tierra.
Hundo mis manos en el suelo
y levanto al aire su perfil sonoro.
Allí donde madura el alcornoque
y rezuma la higuera su fruto de miel y azúcar,
donde el olivo besa desde la historia el surco del lamento,
donde la encina danza desde las raíces del llanto;
allí habita mi tierra.
Es natural como las mieses que cubren los ejidos;
su corazón está forjado por el acero que remueve el surco
y en su pecho cada día nacen guitarras que trovan despertares.
De su terreo vientre brota la aurora,
la palabra dividida y el sempiterno beso.
Yo pronuncio su nombre en el tiempo,
lo escribo en las paredes donde surgen mares olvidados,
donde sus árboles remueven el oxígeno.
Ella es mi tierra;
es un jilguero con el olvido en el pico,
es una llanura cubierta de amarillo, ¡y es azul!,
y es un desnudo arco iris que muere en el instante.
Son sus poetas que lloran versos infinitos
son jinetes, cientos de jinetes rompiendo el silencio.
La cubren las cicatrices de guerreros tristes
y la pueblan los ecos allende los mares.
Geranios rojos inundan las vidrieras
y una torre que decrepita rompe el horizonte.
Es alegre, es mi madre y mi hijo y mis hermanas,
y la boca de mi hermano que huyo del aire,
y las rosas que cubren los ojos de mi padre.
Hundo mis manos en el suelo
y levanto al aire su perfil sonoro,
porque ella es mi tierra

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