
los álamos quietos como pétreas forjas
de balcones imposible, silenciosos,
como las encinas rotas y los alcornoques,
y los robledales que emergen de mi ventana fría.
Silencioso es el canto de los pájaros dormidos
que aletean cansados las plumas del sueño.
Como las campanas quietas y quejumbrosas,
Silenciosas las aguas con su monótono llanto.
Despejado, despejado el cielo de las alondras silenciosas,
como la rosa que sustituye sus pétalos dorados.
Silencioso el llanto del recién nacido
y la madre amorosa abierta a la vida.
Nada se mueve, el silencio reina en la risa
pues tu memoria ilumina la flor de las caricias.
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