La multitud callada, el paso lento del cielo junto a la tierra,
miles de individuos moviéndose al son del trueno,
abriendo surcos en la patria del alquitrán,
rumiando palabras, como lava incandescente,
liberando los bordes de las sílabas,
el gesto, el dedo de la ira,
el puño que amenaza a la bestia.
La multitud que camina, uno detrás del otro,
llena de individuos el grito de las aceras,
que recorren las avenidas cantando
con la voz del hambre.
Ya vienen las botas que vierten,
con vetusta furia, sus miserias.
La multitud, la masa de caminantes, los obreros,
tú y yo cogidos de la mano,
levantando el puño terrible de la risa,
el rugido que nos trae la mordaza.
Dicen que ocupamos los vientos,
que circulamos a la velocidad del vértigo,
que queremos sacudir, los frutos de otros,
en las calles desiguales de la tierra.
Dicen que poblamos la indigencia.
La multitud tiránica que grita palabros deformes,
esa que siembra el sonido de las libertades
que trae verbos prohibidos, que se atreve con la ira.
Dicen que llevan el don primario de la desnudez,
el secreto de los proscritos,
las leyes que jamás escribió el señor del dinero,
para la ambición del político corrupto.
Dicen que traemos la desventura.
la penuria y el suicidio en las puertas del hambre
y el llanto que pide lápida para el golpe del bastón.
Dicen que poblamos la miseria. Esa multitud.
miles de individuos moviéndose al son del trueno,
abriendo surcos en la patria del alquitrán,
rumiando palabras, como lava incandescente,
liberando los bordes de las sílabas,
el gesto, el dedo de la ira,
el puño que amenaza a la bestia.
La multitud que camina, uno detrás del otro,
llena de individuos el grito de las aceras,
que recorren las avenidas cantando
con la voz del hambre.
Ya vienen las botas que vierten,
con vetusta furia, sus miserias.
La multitud, la masa de caminantes, los obreros,
tú y yo cogidos de la mano,
levantando el puño terrible de la risa,
el rugido que nos trae la mordaza.
Dicen que ocupamos los vientos,
que circulamos a la velocidad del vértigo,
que queremos sacudir, los frutos de otros,
en las calles desiguales de la tierra.
Dicen que poblamos la indigencia.
La multitud tiránica que grita palabros deformes,
esa que siembra el sonido de las libertades
que trae verbos prohibidos, que se atreve con la ira.
Dicen que llevan el don primario de la desnudez,
el secreto de los proscritos,
las leyes que jamás escribió el señor del dinero,
para la ambición del político corrupto.
Dicen que traemos la desventura.
la penuria y el suicidio en las puertas del hambre
y el llanto que pide lápida para el golpe del bastón.
Dicen que poblamos la miseria. Esa multitud.
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