
La casa esta triste,
mira al viejo ladrillo que llora en la calle,
a la piedra que cubierta de musgo
esta tendida en el tiempo de una esquina;
con sus ojos abiertos,
los postigos cuelgan ya solos del asombro.
La casa está triste;
de un balcón pende una lágrima,
de otro, un día triste como tantos,
y penden sombras que dejan ocasos
en los ángulos abandonados de la tierra,
mientras una raída cortina sale a la calle,
como si el tiempo cabalgase
en su amarillento lomo de hilo.
La casa está triste;
clavada en el suelo
recuerda viejos tiempos
cuando la algarabía venía
abriendo sus ventanales blancos,
cuando crecían en su jardín
flores de sonrisas enamoradas,
árboles en cuyos frutos la risa vivía.
La casa está triste
porque aquellos tiempos azules que se perdieron
cuando al último de sus habitantes,
un aciago día, la vida lo dejo postrado
y se perdió en las calles del sollozo
bajo el triste lamento de las campanas.
La casa está triste;
Y luego el silencio lo habito todo,
lo cubrió de polvo y tiempo
dejando tan solo al viejo calendario
marcando para siempre los días pasados.