viernes, 12 de agosto de 2011
El agua
A la ruta senderista de los pozos de mi pueblo
En el principio, la tierra y el agua,
en el perpetuo abrazo que genera la vida;
de allí, el barro, la flor y el hombre,
la piedra que cubre y envuelve
las milenarias fuentes de babilonia,
las civilizaciones
que crecen sin mesura en los valles y montañas.
De allí, los dioses labrados en el surco,
los bosques de la bruma y el silbo,
la escritura que detiene el tiempo.
El agua que, como la sangre, palpita, surge
y se desploma salvaje por las corrientes del grito
para, mansamente, cubrir los ojos de natura.
De allí, la huella en la roca,
los cauces de los ríos impronunciables
y las manos que a fuerza de trabajo
la llevaron a regar el fruto.
De allí, la nada y el todo de los enamorados
los caminos que van marcando los años
y el pájaro que duerme su trino
en su sólido nido de espuma.
De allí, el agua, dueña de la nube y el trueno
que besa la vida, que la riega...
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