jueves, 25 de agosto de 2011

Es curioso las veces que reclamo el don de la tierra en mis poemas "El agua"



Del tiempo que me habita
En el agua
En el agua
se refleja el beso,
lo colorea el álamo,
lo difumina el viento.
Tu cara se vuelve de espuma,
tus labios de nata,
tus cabellos de lunas.
De tus manos escapa la lluvia,
de tus dedos gotas heridas.
En tus ojos el agua bebe,
a tus ojos el mar los quiere.
En el agua.
De los "Versos de la ausencia y la derrota" en forma de lluvia
Caes desde el fondo de tus ojos
como sutil gota que, impasible,
se detiene ante mi ávida mirada.
Caes desde la nieve, palpitando
corazones que huyen de todo
y que a todo se enfrentan por un beso.
Caen ante mí, ¡oh, fugaces quimeras!
tus espacios, tus leyes,
una lágrima que, herida, sabe de destierros
y, a lo lejos, tu última palabra;
caen desde el centro de tu pecho enmudecido
sobre frutales que pronto tornaran al fruto,
sobre la tierra que se expande en barros
y que se llevará el tiempo en memorias perdidas.
Caes desde mí, desde el infinito
horizonte que me aterra,
desde la calle que me mira con ojos infelices.
Caes y así empapas mis besos
en posición de espera para siempre.
De "Dana o la luz detenida"

En el principio, la tierra y el agua,
en el perpetuo abrazo que genera la vida;
de allí, el barro, la flor y el hombre,
la piedra que cubre y envuelve
las milenarias fuentes de babilonia,
las civilizaciones
que crecen sin mesura en los valles y montañas.
De allí, los dioses labrados en el surco,
los bosques de la bruma y el silbo,
la escritura que detiene el tiempo.
El agua que, como la sangre, palpita, surge
y se desploma salvaje por las corrientes del grito
para, mansamente, cubrir los ojos de natura.
De allí, la huella en la roca,
los cauces de los ríos impronunciables
y las manos que a fuerza de trabajo
la llevaron a regar el fruto.
De allí, la nada y el todo de los enamorados
los caminos que van marcando los años
y el pájaro que duerme su trino
en su sólido nido de espuma.
De allí, el agua, dueña de la nube y el trueno
que besa la vida, que la riega...

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