Nacer en Extremadura, es nacer bajo los cerezos del Jerte,
cantar con los páramos de Cáceres
y sentir como el trigo alienta su vida de barro.
Es tejer una colmena de azúcar en la encina,
que madura al poniente, su tosca piel de centeno.
Nacer en Extremadura, es sentir el aroma de Monfrague,
y ver, sobre su cielo, como el buitre leonado, agita su cola de sombras.
Caer con el agua de Gredos, hacia la bravía pasión de sus orillas
y ver cómo juega con la roca y vence la sed del peregrino
en las fuentes de la Vera o en el corazón del Tajo.
Aquí se canta con la voz ronca, con la voz de la cosecha,
se ama a Roma, en la frente de Mérida,
y se concibe la luz, a golpe de estructura,
en el puente milenario de Alcantara.
Aquí el viento, duerme su penumbra de otoño,
y se parecen todas las calles al color de abril,
y se forja la palabra en el aire
pues esto es Extremadura ,y es así, como yo la siento.
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