I
Antes de la crisis que asola esta tierra,
Antes de la crisis que asola esta tierra,
solo existía la soledad, el tedio,
gente que, adormecida, iba del trabajo a la melancolía.
Zombis besando las vías necesarias para seguir el camino.
No había valles sin justiprecio, ni sombras donde cobijarse.
Ni días de néctar en las haciendas.
Ni natura descolgándose, en verde, por las azoteas.
Ni crepúsculos dibujando su esperma antes del diluvio.
Ni bosques nadando entre las flores del alba.
Solo había latidos descompasados, tambores y cacharrería,
petroleros surgiendo de las mareas
y gigantes de hormigón que parían ciudades columpiadas por la inercia.
Tele 5 en todo su esplendor, derramando sangre y basura,
ofreciendo sus miserias por las ventanas de la noche.
Señales del adulterio en las cunetas
y silentes obreros llenando sus arcas en la lujuria del cemento.
La poesía era perseguida y moría abatida
en las bibliotecas del aire.
II
Pero llegó la crisis modificando la risa.
Fue entonces cuando oí la voz del pueblo,
el trueno aflorando de su boca,
vi llover, desde la nube al pan de cada día
y sentí como la masa desnudaba al tirano
y un puño de fiero estoque
y un dedo levantándose entre mil y uno,
apuntando directamente a la bestia.
Y caminé con mi pueblo, paso a paso, lento pero cierto.
Y sentí ¡por fin! como esta tierra, se llenaba de vida.
gente que, adormecida, iba del trabajo a la melancolía.
Zombis besando las vías necesarias para seguir el camino.
No había valles sin justiprecio, ni sombras donde cobijarse.
Ni días de néctar en las haciendas.
Ni natura descolgándose, en verde, por las azoteas.
Ni crepúsculos dibujando su esperma antes del diluvio.
Ni bosques nadando entre las flores del alba.
Solo había latidos descompasados, tambores y cacharrería,
petroleros surgiendo de las mareas
y gigantes de hormigón que parían ciudades columpiadas por la inercia.
Tele 5 en todo su esplendor, derramando sangre y basura,
ofreciendo sus miserias por las ventanas de la noche.
Señales del adulterio en las cunetas
y silentes obreros llenando sus arcas en la lujuria del cemento.
La poesía era perseguida y moría abatida
en las bibliotecas del aire.
II
Pero llegó la crisis modificando la risa.
Fue entonces cuando oí la voz del pueblo,
el trueno aflorando de su boca,
vi llover, desde la nube al pan de cada día
y sentí como la masa desnudaba al tirano
y un puño de fiero estoque
y un dedo levantándose entre mil y uno,
apuntando directamente a la bestia.
Y caminé con mi pueblo, paso a paso, lento pero cierto.
Y sentí ¡por fin! como esta tierra, se llenaba de vida.
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