viernes, 8 de marzo de 2013

A las mujeres




Cuando la vida te alcance, digo, en la afonía de los días;

cuando tus ojos rindan en sombras, la luz del sol;

dirás, con la voz callada del tiempo:

"hasta aquí te he acompañado como leal compañera";

más tarde besarás el sueño y la tierra

con la dignidad de tu estatura.

Pero… hasta entonces:

que nadie te hiera ni ultraje,

que la taciturna sílaba no se acomode en tu garganta,

que la guadaña no temple su acero

en tu cuerpo vivo y femenino.

Pues debes sentir:

un largo trecho de labios sin equipaje,

de besos en los ojos imperfectos de la noche,

de bocas en cuerpos detenidos.

Pues debes sentir:

la vida que cubre el diezmo del suspiro.

S
é que te pertenece la risa, la calle y el diluvio;

t
e pertenece la tierra vestida de grana,

los labios mojados por un beso, las amadas mejillas

y la casa amiga que abriga tu pecho.

¡
No te rindas, no huyas!:

deja que el cerezo florezca de natas al grito y a la cosecha,

y así, cuando la vida te alcance,

que te encuentre cubierta de vida.

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