martes, 2 de abril de 2013
LA VIEJA EUROPA
Al sur, al norte.
Está, al acecho, la vieja Europa que nos cubre.
Otra vez se acerca, el frío, detrás de las banderas.
Una rosa se marchita, maldiciendo
la ladera que la mantuvo aferrada,
al vértice de las sombras.
Vigilad, por tanto, la guadaña que viene de lejos.
Al este, al oeste, las casas laborales y el pan;
la nieve, derritiéndose, bajo el añejo abril del combate.
Sabed de las palabras que habitamos,
de las torres que acuden al viento de la luna,
de la ciudad que parpadea bajo el cemento
que aprisiona la piedra.
Sabed de las cosas sin nombre:
Del oxígeno que has reconocido, tantas veces bajo la armadura.
De la llave encantada de tú casa en las nubes.
De los labios laborados en el esperma de la noche.
Sabed de la vida y de su dulce canto, cuando fenece la jornada.
De la grana que late sobre las sábanas azules del “te quiero”.
Está, al acecho, la vieja Europa que nos cubre. Sabed de ella:
Antes de que la material fronda
muerda, con su fiera dentadura, nuestros cuerpos.
Antes de que moldee nuestra ósea estructura.
Antes de que nos traiga la sequedad del asfalto.
Antes de que se lleve a los individuos,
familiares, obreros y vivos
Al sur, al norte, al este, al oeste.
Que está, al acecho, la vieja Europa que nos cubre.
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