Hablando de futbol, no sé
en qué división se creen que
juegan algunos patéticos personajes de la parafernalia literaria de Cáceres.
Pero lo que sí sé, es que tienen la boca muy grande y la
envidia “esa señora del ceño fruncido y lengua viperina” muy alerta.
Señor mío:
Siga usted tirando piedras familiares y controle su sonora
estupidez que torres más altas han caído
y cumbres más borrascosas he escalado.
Amén
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