A lo lejos intuyo al trigo a la sombra de la torre,
la casa de piedra que cubre la orilla del río,
el árbol donde jugaba la niñez perdida.
Los hombres y las mujeres de la labor,
y al gato en el tejado que ahuyenta la voz de pájaro.
A lo lejos, el tiempo que dice deslizarse
por las ventanas abiertas.
Una mano se posa en la hoja inmaculada
y escribe sobre la luz, sobre la música,
sobre las palabras:
que algún día derrotaran los papeles en blanco,
que algún día se harán vocablos en las bocas de los versos.
Que algún día serán declamados
por las sílabas de este paisaje, de este momento
que recorre la mirada, perdida, del poeta.
Todo lo observo, a lo lejos,
como a esa torre que cubre de sombras al trigo,
como al agua de la orilla del río
que besa los cimientos de la vieja casa de piedra.
Como al gato que maúlla en la tarde
al grito, antiguo, del pájaro.
A lo lejos. Siempre a lo lejos
e l viejo reloj, el tiempo perdido...
José Cercas
la casa de piedra que cubre la orilla del río,
el árbol donde jugaba la niñez perdida.
Los hombres y las mujeres de la labor,
y al gato en el tejado que ahuyenta la voz de pájaro.
A lo lejos, el tiempo que dice deslizarse
por las ventanas abiertas.
Una mano se posa en la hoja inmaculada
y escribe sobre la luz, sobre la música,
sobre las palabras:
que algún día derrotaran los papeles en blanco,
que algún día se harán vocablos en las bocas de los versos.
Que algún día serán declamados
por las sílabas de este paisaje, de este momento
que recorre la mirada, perdida, del poeta.
Todo lo observo, a lo lejos,
como a esa torre que cubre de sombras al trigo,
como al agua de la orilla del río
que besa los cimientos de la vieja casa de piedra.
Como al gato que maúlla en la tarde
al grito, antiguo, del pájaro.
A lo lejos. Siempre a lo lejos
e l viejo reloj, el tiempo perdido...
José Cercas
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