Ya dije que solo sé escribir sobre el mármol,
sobre el frío que, en sus paredes,
ama y sentencia los días ocultos,
sobre las lápidas que un día, acaso igual a tantos,
fueron pisadas por la diosa de la luna.
Sé que es lento, el paso sobre la piedra,
sobre la antigua estructura que abriga el beso,
sobre el cincel que esculpió la noche en su rostro.
Sólo sé escribir sobre el mármol:
sobre el rictus impasible que un día abandonó la tierra,
sobre los ojos abiertos del hierro que pobló su vientre,
sobre los ígneos astros donde fue amada la ira.
Sé de batallas que nunca ocurrieron
y de imperios levantados a los pies de sus muros.
De la piedra antigua que llora bajo el dintel del poniente.
De las cosas que nunca supe decirle: boca a boca.
Como si nada hubiera ocurriendo en el país del frío.
Así es el origen del mármol. Yo tan sólo sé escribir sobre ello.
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