GESTO IMPERATIVO.
Cuando se impuso el silencio
como gesto imperativo,
las calles se llenaron
de murciélagos y bocas cerradas.
Fue entonces cuando perdimos
la simetría de la nube por oriente
y la sed de la protesta por occidente.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta
de que todo estaba perdido.
De ese modo comenzó a latir la esperanza,
ese modo comenzamos a pensar por nosotros mismos,
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