Aquí todo vale, ¡ay!
aquí todo vale
se compra y se vende
la sombra y el aire.
He aquí el mundo de donde vienes,
el fuego devora los dientes de la anochecida,
la calle calma la impaciente sed de las aceras,
nada es justo y todo sucumbe
bajo el furioso placer de los señores.
Escribes en las tinieblas
imploras de la saliva el verbo y la materia,
lanzas sus vocales a bocajarro
porque sabes que aquí todo vale,
porque sabes que los relojes crecen,
como la peste, colgados en el muro,
donde habita el sable,
para así justificar, tal vez, que el verso sea pasto del aire.
A lo lejos, muy a lejos, alguien grita ¡Tierra!
para luego argumentar la siega y la derrota
para justificar la caída del fruto
bajo las terribles partituras de la afonía.
Porque aquí todo es todo
y todo, como siempre,
no es nadie, no es nadie, no es nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario