Sucedió en otoño…
De las fuentes que ungía la tierra
brotaron los pechos de la amada,
cayeron, como hojas secas, el fruto, el arco iris
y los besos fugitivos que tome de tus labios.
Se alejaron serenos mis versos
por el camino de la cosecha,
por los ecos que atardecieron en tu memoria
donde los geranios asumieron el color frío del llanto
y crujieron las bocas sus largas horas heridas,
allí donde laboró la tinta que firmó mi derrota.
Porque ya partieron, desde tu nombre y la tristeza,
los llantos abiertos del tiempo
y las hojas donde se derriten las almas.
Porque el otoño es un verso solitario, una palabra precisa,
una espada que se asoma a la miel de las sombras,
y una espiga que, sola, arde en tu boca.
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