Tú
eres el poeta. –aseveraste con la onda expresión de una sonrisa-
Si
me sigues mirando así, yo seré tu poeta.- te respondí –
Y
si vienes a mí, seré
la
furia que repose en el légamo de tus senos,
las
nacientes horas de tu cuerpo junto a mío,
el
sol que derrote al crepúsculo, en la primavera de tus dientes.
Y
si me acaricias, seré,
la
rama ardiente donde more tu tacto,
la
raíz que proclame su existencia
en
la savia desnuda de la tierra.
Si
me hablas, seré,
el
códice de los sentidos,
la
lengua que concibe a diario,
la
voz secreta de la saliva.
Seré
el acantilado donde derrote la quimera,
la
lenta agonía del agua,
o
la espuma que acaricia
la
fría altivez de la roca.
Yo
seré, cualquier cosa que se te antoje,
si
vienes a mí, con los labios secretos del beso.
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