Bajadle al suelo, donde el pueblo,
sobre la fría acera sin nombre,
partid en mil pedazos la ausencia de sus letras,
sepultad bajo losas negras,
las blancas losas de su verbo,
pero, sabed que, aún así
no desprenderéis de la memoria la evocación del astro,
pues no se mata a un poeta,
no se acuchillan sus versos.
Romped en mil pedazos su esfinge
y la historia, para siempre, os marcara a fuego.
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