Regresad al mar y, en sus márgenes,
plantad las semilla de aquellos
tiempos,
que habéis perdido.
El mar se agitará y, vivo,
retrocederá impetuoso, hasta las islas
donde una vez, amaneció,
la esencia de vuestro fruto.
Habitad, pues, sus espumas
deshaciéndose.
Sabréis, entonces, de la tierra y
del barro.
del génesis del oxígeno,
de vuestros principios, extendiéndose
desnudos ,
por las playas del cosmos.
Contemplad de este modo, en el
horizonte,
los bosques que abandonáis,
y volved al comienzo del
átomo.
Recolectad la calma, la bruma, las
mareas
y el diezmo del sudor en
vuestras frentes.
Y cuando esté todo dicho,
cuando cumpláis con la vida,
cuando veáis en vuestros semejantes,
el calor de vuestros nombres
besad , en silencio, el origen del
tiempo,
la voz de natura
y la condición, verdadera, de la patria humanidad.
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