Hay días de invierno,
días de primavera,
y días que me pregunto por el origen del rocío.
Días que salgo a esas calles desnudas,
y ofrezco mi palabra
en los mentideros del aliento,
otros días, detengo la pena en mis manos limpias
y rindo mi ardor como solución más inmediata.
Hay días que no nacen
y días que nacen dos veces.
El aire, hay días que emerge solitario,
y en otros días, se sabe que la tormenta,
con su fiero estoque,
llama a la puerta de la vida.
Hay días que digo ¡ánimo, compañero, sigue caminando!,
otros, los menos, ofrezco con ella, la verdad que me lleva,
y es entonces cuando entiendo,
que hay días que también existo
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