jueves, 1 de septiembre de 2011

Balada del hombre diminuto







Donde llegue el hombre diminuto,
el hombre sin piel, ni combate,
el de las uñas limpias y el verbo despoblado,
allí, donde llegue este hombre, digo,
habrá una casa en el horizonte de un valle,
cubierta de miel y de árboles y de bosques,
las canciones del pan se hornearán
en los hornos del suspiro.
Ocupará, este hombre, la tierra húmeda de la lluvia,
la azada cubierta de manos,
la soledad de la tormenta,
y habrá quietud en los barcos y en el puerto, a lo lejos,
quietud en la palabra del hombre diminuto,
porque allí donde llegue este hombre sin nombre,
sin llagas en los vértices de la sangre,
allí, también, habitara su amada,
y en la corteza de un árbol,
que tampoco tenga nombre,
que también sea diminuto,
y sin llagas en las ramas del combate,
allí escribirá su nombre,
su nombre de escarcha y hembra,
su nombre diminuto junto al suyo.

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