jueves, 7 de agosto de 2014

PARA LA REFLEXIÓN: LA CÍCLICA VERDAD DE LA SANGRE.

Aquella aciaga noche, en el campo de concentración,
cuando levantó, su mano de hacha, el asesino,
te dijiste detrás de las sombras:
¡nunca más volveré a esconder mi ira!
Y volviste a tu tierra a recobrar tu libertad
y recuperaste, de nuevo, tu dignidad mancillada
y volviste a recordar tu promesa de antaño:
¡nunca más volveré a esconder mi ira!
Te apropiaste de la tierra, del fruto de la tierra,
del sudor de la tierra
y la bañaste de la sangre de otros,
del sufrimiento de otros,
de la voz herida de otros.
Porque tú cumples tus promesas:
¡nunca más volveré a esconder mi ira!
Hoy, en la soledad de la noche,
al otro lado del muro,
otro pueblo que sufre dice:
¡nunca más volveré a esconder mi ira!
Pero tú no lo escuchas,
estás muy ocupado: ¡asesinándolo!. 

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