sábado, 10 de diciembre de 2011

Final del último acto: La puerta cerrada





El poeta cierra la puerta, detrás quedan las calles de la niebla,

las luces de neón tintineando desde sus ásperos tonos de invierno,

los álamos y las bocas de los que calman su existencia,

en los locales del ruido y la risa.

Detrás queda el minuto de la presteza, el segundero que, tirita,

apurando el último beso en las sombras,

queda el rugido del coche cuando, fiero, avasalla el tiempo del silencio.

El poeta cierra la puerta y abre la ventana,

la luz germina en los alfeizares, bailan sus doseles

y las rosas mustias de un pasado “te quiero”.

La puerta calma su chirriante sonido, se siente serena.

Fuera, la calle, enmudece su taciturna mentira.

El poeta cierra la puerta

y la casa besa, distraída, sus entrañas.

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