domingo, 15 de abril de 2012

SANTA ANA, EL COCHINILLO Y LOS AMIGOS





Llegan las vacaciones y con ellas la algarabía, los pueblos se llenan de niños, risas y bicicletas. La calle solitaria deja su voz mustia de invierno, para llenarse  de sonidos infantiles y el de los abuelos que los  llaman,  para la merienda o para comer o para dormir, que mañana será otro día. Más tarde llegan los padres, los amigos, los veteranos del ocio, el teléfono de mi casa no para de sonar. “Pepe que ya estamos aquí, que digo yo que para cuando el cochinillo”. Como dije, llegan las vacaciones, la fiesta, el placer de los cubatas con los amigos, el recuerdo de los años vividos, todo se exagera y se magnifica, “te acuerdas de” y unas risas.
Telón de fondo, el cochinillo de Santa Ana, a pocos kilómetros de cualquier parte, existen dos bares que los preparan a fuego de leña, como antaño, con el mismo tesón y horas que sus padres ponían en esta labor.
Reconozco mi pasión por este plato, se deshace en la boca, dejando en ella, una canción de sabores difíciles de describir pero fáciles de recordar.
Una mesa con el cochinillo, al lado los amigos de siempre, recordándote la vida y sus hechos. –Jacinto, más cerveza; Pepito, ese vino de la pitarra que no falte-
Y así los días, y así la amistad y así el verano y así el cochinillo como los de antaño.

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