domingo, 7 de marzo de 2010

El indulgente brote de una sonrisa







Ya el frío inunda mi aliento,
ya pasaron las lluvias del aquel otoño,
en cuyas brumas, pronunciaba la noche,
el justo brote de un suspiro.
Pasaron nuestros besos con sus íntimas derrotas,
por aquellas sendas donde cabalgaban las escarchas,
por los vocablos que, en tu boca amanecían,
como si de un canto de luz y miedo se tratara.
Ya vinieron otros labios, por otras mejillas, resueltos,
buscando la voz naciente de una quimera
e inundado de besos, la calma de los cautivos.
Ya no quiero volver a las casas vacías,
o a los vientos que, con sus furias, devoran el contacto.
Ya no quiero ver en los tejados, danzar el rocío
porque sé que, derretido, cae declamando tu nombre.
Yo quiero sentir como la vida me lleva,
por el indulgente brote de una sonrisa,

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