miércoles, 24 de agosto de 2011

Canciones que escribí para la voz de un gran artista (Manuel Cobos)




Oye este canto
pues tu eres el tiempo escrito
con nata y azules,
en violines adolescentes
que vagan y vaga.

Tú, la lengua imposible
de la imposible palabra
eco profundo forjando
por los yunques del alma.

Oye mi voz
que siempre amanece
en tu sombra tejida
por miles de arañas.

Oye el canto del tiempo,
la luz domada,
el aire que se expande fuera del aire,
viento que la historia doma
corazones ajados
que en mi voz asoman.

Oye mi voz
lejana y amarga.
Ya no te canta mi voz,
¡ay! ya no te canta.

La princesita

Sólo por ti

estos versos danzan

pues son los brazos

que amorosamente te llaman,

la tierra donde

fructifica el agua,

y una princesita

que en la torre canta.

Que son los violines

laborados de nata,

guitarras que tienen

corazones de hadas,

poemas azules

que temprano se levantan.

Dóciles corceles

con sus crines de plata

y todos los océanos

que los ríos aclaman.

Marítimos son los versos

de la mañana,

como los ojos de luz

forjados en lunas claras,

como los versos de amor

del poeta que te ama,

pues son palomas

que sobre los besos danzan

y dulces espigas doradas

que sus dones te mandan.


Canción viajera

El aire viaja

entre las rosas,

robando el néctar

a la alegría.

Tu eres del viento la viajera

que amaneces del aire

cada día.

De mi cuerpo

dolorido la enfermera

pues unges de pétalos

mis heridas.

De la tierra tomas

la noble enredadera

cubriendo mi cuerpo

con su melancolía.

Te posas tenue

como la sementera

sobre el mentón azul

de las noches frías.

¡oh , viajera!

¿acaso no eres la primavera?

brotas como la luz

amiga de la brisa

y me besas la vida

sin quimeras.

Y me besas la risa.

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