martes, 30 de agosto de 2011

Silencio, silencio, pues está la noche enamorada. Del libro "El tiempo que me habita" Ed. Alfasur, febrero 2006




Silencio, silencio, pues está la noche enamorada,
los álamos quietos como pétreas forjas
de balcones imposible, silenciosos,
como las encinas rotas, los alcornoques,
y los robledales que emergen de mi ventana fría.
Silencioso es el canto de los pájaros dormidos
que aletean cansados las plumas del sueño,
como las campanas quietas y quejumbrosas,
forzadas a las sombras sus torres marchitas,
como la rosa que sustituye sus pétalos dorados.
Silenciosas las aguas con su monótono llanto.
Silencioso el llanto del recién nacido
y la madre amorosa abierta a la vida.
Silencio, silencio, pues está la noche enamorada.

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