martes, 19 de abril de 2011

La lejana luz




Fue entonces,

el oxígeno cubría la mineral piel de tu espalda,

te sentí junto a mis versos

junto a estas palabras que, ahora,

recobro evocándote.

Mis manos buscaron el contacto,

unidas a las cosas de los árboles y las lágrimas.

De pronto mis besos

se deslizaron desde mis labios

al centro exacto de los tuyos,

entonces, tú fuiste el agua,

y yo el cuenco donde reposas,

fuiste la luz que atraviesa la mañana,

y yo el verso donde resides .

Fue de pronto, sí, junto a la tierra,

tus manos y las mías,

en busca de nuestra verdad,

en busca de la cosecha que abate los trigos,

en busca del silencio que generan los besos

en busca de la lejana luz

que, para siempre, acune nuestras vidas.

2 comentarios:

  1. Preciosa esta poesía, me encanta!!!!!!

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  2. Espléndido ritmo que te introduce en el texto como si fueras tirando de un ovillo...precioso poema!

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