Después de recorrer el mar por la playa escrita,
por los montes, los valles que trabajan las horas
y la fragua donde el fuelle labora canciones de miel…
Después de perder otro día,
aquel en que los almendros blanquean sus flores
para convertirse en semilla que alimenta más vida…
Después de saber que el fruto es más un puente que una poesía,
que la risa transita entre los muros de otras risas
y la azada tiende su voz sudorosa
en paredes solitarias o cuelga del orgullo
a pesar de romper la tierra y quebrar el surco…
Después, tú y yo;
porque ya no habrá tantos después que contarte,
porque siempre es después y pasado al mismo tiempo,
porque una nube blanca pasa por mi memoria,
acaso después de quererte…
Después de todo y más aún, después de nada,
pongo en movimiento los astros y los besos,
los ojos que abandonan contigo soledades
pues voy, como siempre, a la playa del llanto
buscando abrir los candados del destierro
y alineo el paso a la vida, porque así lo sé escrito,
porque así camina el hombre que me habita.
Después de todo, al final,
la guadaña siempre precede a la muerte.
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