En las calles del averno juegan los niños
con pelotas de trapo,
con ubres de tierra
prendiéndose en sus alpargatas rotas,
los niños ríen en las trincheras.
Ya viene el color de la llamarada
y la palabra prendida en la sangre,
y en las calles los niños
juegan con lágrimas yermas;
un tanque, a lo lejos, ruge la voz de un disparo.
¿Será que llegó el invierno?
A los niños los cubre el polvo
y las pelotas vuelan ateridas;
debe ser que es invierno,
¡debe ser!,
y los niños abandonan sus juguetes en el fuego.
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