En esta casa sin memoria, entre estas paredes azules
donde cuelgan, en pinturas inertes, caballos al galope;
donde a los hombres les nacen lágrimas en los ojos,
un monótono suspiro
y palabras que surgen ya cansadas;
en esta casa, digo, en estos barrios en los que moro,
te escribo versos sosegados,
flores que amanecen moribundas en los jardines del tiempo,
y malezas frías que mueren maldiciendo su existencia.
En vano te escribo, en esta soledad,
para que tu voz comparezca ante el júbilo;
para que el fusil, amigo de la muerte,
comparezca ante la derrota;
para que el machete que rompe canciones de amor
comparezca, preso, ante la vida.
En vano te escribo figuras en los párpados,
en las ondas que viajan por ojos yermos.
Te escribo para que, en tus mejillas, crezca
el sabor tierno del contacto,
para que, en tus manos, germine la rama del olivo
y que la vida te derive hacia la paz
Te escribo para que estos versos no sean en vano,
para que llenen, de aire, tu libertad, la mía
y la de cada individuo cuyo único delito
sea sentirse libre y vivir por ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario