Ya no quiero tu nombre en mi boca,
ni la nieve callada en las alturas,
ni el viento cuando pasa y deja
la suavidad de su brisa.
Ya no quiero tu contorno perdido
fundiéndose en mí recuerdo,
ni el fuego, que, en las entrañas,
acaricia la penúltima tarde de tus ojos.
Te pierdes detrás de cada instante,
te vas del tacto que no solicito,
abandonas las calles que no profano,
Y dejas tu perfil llorando en mi retina:
tu nombre en avalancha
y la elegía a un beso.
Ya luces ante mí,
el exacto lugar de las sombras,
la calma que me habita
y la lejanía. Ya la lejanía
No hay comentarios:
Publicar un comentario